Cuando alguien decide declarar su amor a una persona, previamente tiene muchos planes de cómo hacerlo.
Empieza por imaginarse sobre el lugar: un parque, en la puerta de su Casa, en la esquina de su casa, en un campo, en la piscina, en el cine, en al autobús, en el colegio o universidad, etc.
Luego piensa en qué decirle y cómo: Si lo hará directamente, por intermedio de una carta o a través de un amigo (A veces los nervios es tanto que se opta por buscar un cupido que lo haga por nosotros).
Por último se piensa en el obsequio y así sellar uno de los días más importantes. Entre los obsequios se piensa en Un anillo (para los dos), un collar(para los dos), una rosa o un peluche.
El anillo y el collar quedan completamente descartados, porque ante una negativa saldrían sobrando. En cuanto a la Rosa, aunque es un bonito detalle pero rápidamente uno se da cuenta que no es de mucha duración y que por circunstancias de la vida desaparece en poco tiempo (más aún cuando son reales).
En cambio el peluche es lo más común para elegir y mucho más cuando se tiene dudas de la respuesta que te va a dar. Resulta ser el regalo ideal porque si la respuesta no es favorable, uno se da cuenta que de todas maneras la otra persona lo va a recibir y preservar por mucho tiempo. Unos lo conservarán diciendo que se le entregó un amigo, en cambio otros alardearán que fue un admirador de la vida.
Luego que uno le confiesa sus sentimientos a la otra persona, y que muchas veces no sale como uno lo había imaginado, ni en el lugar, ni en la forma; pero lo que a continuación viene es la pregunta del millón o la pregunta final del Valor de la verdad; más aún cuando la otra persona queda sorprendida ante la confesión, no tiene ni una reacción y es cuando uno insiste y le dice:
Y tú ¿Me amas? ¿Sientes lo mismo por mí?
La respuesta puede causar dos efectos: Hacer brincar el corazón por tanta felicidad y alegría al escuchar que SI, o dejarlo triste y roto por la terrible respuesta de escuchar un NO, y claro que acompañado por el famoso "sólo te quiero como amigo".
Algo semejante sucede con Dios, desde la creación del mundo nos demuestra su amor en diferentes formas. Planeó e hizo muchas cosas de como hacernos saber cuánto nos ama.
Finalmente nos entregó el mejor regalo, la vida de su hijo Jesucristo, quién murió por nosotros para que seamos salvos.
Él nos confiesa su amor cada día en diferentes lugares y de muchas formas. Él está en la espera de recibir una respuesta de nosotros cada día.
El nos dice cada día: ¿Me Amas?
Y la verdad que no es lo mismo creer en él que amarle.
Dice la biblia que el diablo cree en Dios y tiembla.
Uno puede creer en el matrimonio, pero la fidelidad es lo que verdaderamente da fundamento al matrimonio.
De nada vale un matrimonio si no hay fidelidad en ella.
La única forma de demostrarle a Dios que le amamos es cumpliendo sus mandamientos y siéndole fiel. Por más anticuado que puede parecer para muchos pero es la única manera.
Jesús nos dice:
Si me amaís, guardareís mis mandamientos.
El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama