Antes que Jesús inicie con su ministerio pasó 40 días y 40 noches en ayuno.
En ese momento fue tentado por el diablo.
En 2 de las 3 tentaciones que el diablo le puso, hay un denominador común.
El diablo le dijo:
Si eres hijo de Dios…
El diablo estaba queriendo desafiar a Jesús para que haga cosas que demuestran que efectivamente era el Hijo de Dios y por otro lado lo que buscaba era tratar de desanimarlo para que cumpla los planes de Dios.
Esa frase de: Si eres hijo de Dios…
Me recuerda a la infancia y cuando nuestros amigos en una forma de desanimarlos más que alentarnos decían:
Si eres bueno jugando, porque no metes gol;
Si eres bueno estudiando, porque no sacas diploma.
Si eres hombrecito, porque no saltas.
Si te crees galán, porque no te declaras en ella.
Una serie de retos que solo tenía el objetivo de desanimarte o menospreciarte.
En la tentación de Jesús veo al diablo de la misma manera.
Queriendo retar, pero sobre todo desanimar a Jesús y finalmente deseando que caiga en sus manos.
Luego que nos hacemos hijos de Dios o cristianos, el diablo va a utilizar todas sus armas para desanimarnos.
Su meta va ser que nosotros nos alejemos de la iglesia, de la palabra de Dios y sobre todo dejemos de orar. Para ello nos ofrecerá muchas cosas, aparentemente más atractivas. Ver televisión en vez de leer la biblia; hablar con los amigos en vez de orar, una fiesta social, en vez de ir a la iglesia.
Y lo peor es que muchas veces va utilizar a otros “cristianos” para hacerlo, y que a través de sus críticas, de su mala cara, etc. va a pretender decirnos que nosotros no merecemos ser cristianos. Que la vida cristiana es difícil. Pero lo más importante va a pretender que nosotros no cumplamos los planes de Dios.
Si Jesús hubiera cedido a la tentación, tal vez no hubiéramos visto todos los milagros que hizo pero sobre todo no hubiera llegado a la cruz. No hubiera cumplido el plan de Dios.
Que Dios nos ayude a no caer en las tentaciones, pero sobre todo que nos ayude a levantarnos después de haber caído en alguno, no nos desanimemos y sigamos teniendo la seguridad y el gozo de ser hijos de Dios.