Hoy en día ante tanta corrupción muchas personas evangélicas se “sienten” con la imperiosa necesidad de querer llegar a ser autoridades (gobernador, alcalde, consejeros, regidores) de un distrito, provincia, región.
Lamentablemente las hojas de vida no han considerado dicha información, con el fin de poder saber cuántos candidatos son evangélicos, católicos, ateos, etc.
La información es importante ya que de esa manera se podría conocer, en alguna medida, qué principios sostiene a la persona.
De los censos nacionales del año 2017 el INEI todavía no ha proporcionado dicha información. Sin embargo, según la información, hasta el año 2014, se estimaba que la población evangélica en el Perú llegaba al 17%. Si los resultados del CENSO 2017 fueran eso, se diría que en el Perú habría 5´310,355 evangélicos y en Huánuco habría 122,577 evangélicos, aproximadamente. Una cantidad importante sabiendo que el presidente regional de Huánuco ganó con 82,596 votos y el alcalde de Huánuco ganó con 32,559 votos.
Sin duda los evangélicos están llegando a ser un grupo importante y decisivo en las elecciones, por tal motivo muchos grupos políticos desde años anteriores y ahora han incorporado a su lista a muchos evangélicos. Pero la pregunta es:
¿Debe un evangélico anhelar ser autoridad?, o dicho de otra manera
¿Debe un evangélico anhelar estar en el poder?
Definitivamente todos tienen el derecho, sin embargo en el tema de los evangélicos debe haber mucha responsabilidad.
Pastores, movidos solo Dios sabe por qué, se atreven a dejar el pastorado para involucrarse en asuntos administrativos de la sociedad. Dejan su trabajo espiritual, para dedicarse al trabajo político. A mi parecer es como si dejaran a la esposa, por irse con la amante.
Muchos toman ejemplos en la biblia de personas que fueron gobernantes y en base a ello se animan a postular y luego que son elegidos, en vez de ser de bendición, terminan siendo de tropiezo para otros.
Pero quienes utilizan la biblia y la vida de algunos personajes que en ella hay, como modelo para ser autoridad, deben tener en claro que muchos de ellos no quisieron ser gobernantes o reyes, sino que Dios les llevó a estar ahí.
David no se preparó, ni soñó, ni anhelaba ser rey de Israel.
José tampoco pensó, deseo o quiso ser gobernador de Egipto.
Por otro lado que un evangélico anhele ser gobernador, ante tanta corrupción que hay en la sociedad, difícilmente va poder proceder según sus principios. Ahora que sabemos cómo se mueve las gestiones en el estado y que el dinero u otros favores es el medio de intercambio para ello, sería difícil realizar una buena gestión con honestidad e integridad. Y cuando la población ve que no hace nada, en vez de dar la gloria a Dios va a terminar siendo la burla y de mal testimonio.
Me gusta la respuesta de un pastor evangélico cuando le preguntaron si podría ser el presidente de su país. El pastor había adquirido tanta popularidad y fama en todo el País que muchos partidos políticos le ofrecieron ser su candidato, pero el pastor respondió:
- ¿Qué, qué? ¿Si quiero ser presidente?
- Discúlpame pero yo tengo un mejor cargo ahorita y es el de expandir el reino de Dios en la tierra.
Y hasta ahora él pastor no es presidente de su país, aun cuando tiene todas las posibilidades para ganar.
Los evangélicos deben tener el enfoque claro de lo que es su rol en la sociedad y trabajar en ello. No permitir que las ambiciones personales opaquen las ambiciones espirituales. Que sean consejeros espirituales de los gobernantes, como lo fue el ya fallecido Billy Graham, quién era consejero de muchos presidentes de EEUU, sería algo bueno.
Pienso que estamos en una época en que no necesitamos gobernantes evangélicos; necesitamos evangélicos que primero gobiernen bien su casa y su iglesia, ya que hoy en día lamentablemente por culpa de unos cuántos las iglesias evangélicas está cayendo en desprestigio y no está cumpliendo su rol principal en la sociedad.
Como lo dijo el apóstol pablo en el siglo I.
Pues quien no sabe gobernar su propia casa, tampoco podrá gobernar la iglesiay menos
un pueblo.
Escrito el 29/08/2018
Me gusta la respuesta de un pastor evangélico cuando le preguntaron si podría ser el presidente de su país. El pastor había adquirido tanta popularidad y fama en todo el País que muchos partidos políticos le ofrecieron ser su candidato, pero el pastor respondió:
- ¿Qué, qué? ¿Si quiero ser presidente?
- Discúlpame pero yo tengo un mejor cargo ahorita y es el de expandir el reino de Dios en la tierra.
Y hasta ahora él pastor no es presidente de su país, aun cuando tiene todas las posibilidades para ganar.
Los evangélicos deben tener el enfoque claro de lo que es su rol en la sociedad y trabajar en ello. No permitir que las ambiciones personales opaquen las ambiciones espirituales. Que sean consejeros espirituales de los gobernantes, como lo fue el ya fallecido Billy Graham, quién era consejero de muchos presidentes de EEUU, sería algo bueno.
Pienso que estamos en una época en que no necesitamos gobernantes evangélicos; necesitamos evangélicos que primero gobiernen bien su casa y su iglesia, ya que hoy en día lamentablemente por culpa de unos cuántos las iglesias evangélicas está cayendo en desprestigio y no está cumpliendo su rol principal en la sociedad.
Como lo dijo el apóstol pablo en el siglo I.
Pues quien no sabe gobernar su propia casa, tampoco podrá gobernar la iglesia
Escrito el 29/08/2018