26 ene 2020

#123 Si el oro se oxida no es oro, si el cristiano cae no nació de nuevo



Desde hace un año llamó mi atención una frase que dice:
Si el oro se oxida, no era oro.
Si el amor se acaba, no era amor.
Generalmente es una frase de consuelo que se utiliza para quienes han tenido una ruptura en su relación y para que comprendan que no deben sufrir por alguien. Porque si ese alguien le traicionó y le dejó, entonces es porque realmente nunca le amó.

Esta frase contiene un imperativo de que si alguien dice amarte nunca te va a traicionar y nunca te va a dejar.
Y si lo hace es porque nunca te amo.

Considero que es una frase bastante idealista, utópica y muy lejos de la realidad y cuando se mantiene esta filosofía en el ámbito cristiano es bastante catastrófico y hasta diabólico.
Y ahora voy a decir porqué:
Semejante a esta frase muchas veces escuché decir a varias personas cristianas que si alguien se hace cristiano y luego vuelve al mundo, entonces es que no se ha convertido o no ha nacido verdaderamente.
Un ejemplo fuerte:
Por ejemplo una prostituta, si por un tiempo es cristiana y luego vuelve a sus prácticas entonces realmente nunca nació de nuevo.
Considero que es un error que cometemos muchas veces los cristianos al afirmar eso.

Esta noche quiero compartir con ustedes una fascinante historia que espero se quede grabada en su mente y sobre todo en su corazón porque considero que es una historia muy inspiradora.

Se trata de un hombre que como nosotros hizo una promesa, y si bien no fue a fin de año pero si fue en la última cena que tuvo con Jesús y que lamentablemente no pudo cumplir esa promesa.

En la noche que Jesús iba a ser traicionado por Judas, él había tenido una rica cena con sus discípulos.
En el libro de Mateo 26:30-35 leemos:

31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.
32 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.
33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.
34 Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

33: Aunque todos te abandonen, yo jamás te abandonaré

35: No, insistió pedro. Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré.

Y los demás discípulos juraron lo mismo.

Pedro haciendo las promesas que nosotros hacemos a fin de año a Dios, a otras personas o a nosotros mismos.
Promesas como: Este año si voy a bajar de peso, este año si voy a leer, este año si voy a dejar de mirar televisión, este año si me caso. Este año no voy a ir a la discoteca, este año si voy a sacar ponderado, voy a estudiar más. etc. etc. 
O promesas más serias dirigidos a Dios como: Este año si voy a dejar este pecado, voy a levantarme a orar cada mañana, voy a ir a la iglesia y no voy a faltar.
Y muchas veces en estos tiempos para ingresar a la universidad decimos: Dios si ingreso a la universidad voy a ir a la iglesia. O si consigo trabajo voy ir a la iglesia y voy a dar mi diezmo o si consigo pareja voy a ir a la iglesia.

Pero luego que se consigue, o si no se consigue en el tiempo que queremos, esas promesas son un completo fracaso y se convierten en promesas diferidos, promesas que se hacen una y otra vez cada 31 de diciembre. Son promesas diferidas.

Pero el problema no es tanto cuando no cumplimos una promesa, sino el problema es cuando abandonamos esa promesa y pensamos que verdaderamente ya no lo vamos a lograr. Que no somos capaces de dejar un pecado que nos estanca y cuando llegamos a pensar que Dios ya no podrá perdonarnos. Eso es lo peor.

El año pasado les dije que en mi lectura de la biblia aprendí que toda la biblia se trata de Dios buscando al hombre. Que por más que el hombre se siente un gran pecador y que el diablo estrena los pecados con él, sin embargo Dios le sigue buscando.
Y la historia que acabamos de leer es una historia que sustenta eso.

Hace 3 años pedro había recibido a Jesucristo como su señor y salvador personal.
Se había hecho cristiano por primera vez y Jesús le incluyó en su equipo. Hasta le cambió de nombre. Le dijo: Ahora ya no te llamarás Simón, te llamarás Pedro. Son los nuevos nombres que nos da Dios cuando trabajamos para él. Dice la biblia que a unos constituyó maestros, profetas, evangelistas, apóstoles y pastores. Son los nuevos nombres.
Pedro se andaba durante 3 años siendo cristiano. Podía hacer milagros también y predicaba. Se sentía orgulloso. Cuando sus amigos le decían: Pedro, qué tal si este fin de semana vamos a pescar. Pedro les decía: Apartaos de mí, pecadores.
Es como nosotros decimos:
Hey Pedro, este fin de semana vamos a la disco. No, ya no puedo. Ahora voy a la iglesia.

Qué bueno, Pedro se hizo cristiano. Otros habrán dicho: Que mal.

Y Pedro estaba feliz durante tres años.
Pero, dicen que la alegría no dura, y esa noche Pedro lo experimentará.
Pedro le dijo:
No te voy a abandonar y menos te voy a negar.
Pero justamente hizo lo que dijo que no iba hacer.

Fracasó y no cumplió lo que dijo y entonces Pedro se sintió un completo fracaso.
Pienso que él dijo:
Bueno ya no soy digno de predicar, ya no soy digno de hablar de Cristo ni del evangelio.
Qué me van a decir los demás. Miren allá va el TRAICIONADOR.
Ese título es bastante doloroso. TRAIDOR. INFIEL. DESLEAL.

Y él entiende que no quiere ser llamado de esa manera, siente que no tiene autoridad de hablar de aquél a quien traicionó. Y entonces decide renunciar y vuelve a su vieja vida.

Es el drogadicto, la prostituta, o cualquier otra persona que tiene un vicio y se hace cristiano pero luego de un tiempo vuelve a caer y que por miedo, vergüenza y sobre todo por las acusaciones de otros cristianos, de que le dicen que es un pecador y que realmente no nació de nuevo entonces decide volver a esos vicios.
Vuelve a pescar. Vuelve abandonar todas las cosas de Dios.

Pero Dios es un terco y tiene un amor inagotable y a pesar que las personas te pueden decir que no sirves para ser un buen cristiano aún te va a buscar.

Y ahí va Jesús en busca de Pedro.
Pedro se encontraba pescando con otros discípulos. No lograban pescar nada y escuchan una voz desde la orilla que le dice:
Voten al otro lado. Pedro le hace caso. Y nuevamente ocurre la pesca milagrosa.
En ese momento los otros discípulos y Pedro le reconocen y van a la orilla.

San Juan 21: 15 – 19
15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.
16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

Noten que Jesús no le dice Pedro. No le llama por el cargo. Le llama Simón. Simón es su nombre real.
Personalmente les abro mi corazón, a mí no me gusta que me digan HERMANO. Lo considero frío, distante. Siempre digo que cuando me dicen hermano me siento como Kiko cuando doña Florinda le dice Federico.

Pero si me dicen Lenin ya es de confianza y ahora sí podemos hablar de cosas íntimas.

Quiero pensar que Jesús también para que Pedro no se note distante y puedan conversar en confianza le empieza a llamar por su nombre.

Y Jesús le pregunta tres veces: ¿Simón, me amas?

Y Pedro le responde tres veces, tú sabes que te amo.

Entonces si dices amarme, apacienta mis ovejas. Pastorea mis ovejas.

Jóvenes, no debemos pensar que si pecamos Dios no querrá saber nada de nosotros. Cuando fallamos a Dios, aún después de haberle una promesa, él nos buscará. Él nos preguntará de todas las formas posibles si aún le amamos. Él no nos obligará a amarle. Él quiere que nosotros decidamos. Y si realmene le amamos entonces debemos demostrarle es dando de comer a otros. Darle el alimento espiritual a los demás. Id y predicad el evangelio a todo el mundo por todos los medios posibles, pero sin llegar a obligar.

 Así como Dios no nos obliga a amarle, escucharle ni hablarle, tampoco debemos obligar a nadie - por ningún medio- escuchar y hablar con Dios.

Tenemos el reto de hacer que ESCUCHAR Y HABLAR CON DIOS sea una necesidad más que una obligación.