12 sept 2016

¿Cómo mantenerse encendido?




En cierta ocasión un joven se había alejado de su congregación. 
Los motivos fueron diversos, que van desde los más "razonables" como: nadie me saluda, nadie mi visita, todos me miran mal, hay mucho chisme, el pastor no me visita, etc.; hasta las razones más "espirituales" como: Las predicas no me llenan, las alabanzas no las entiendo, etc.
En fin, luego de encontrar la "excusa" correcta decidió alejarse y poco a poco dejó de buscar a Dios hasta el punto de enfriarse.

Luego de un tiempo cierto amigo le visitó. Era un día frío. El amigo encontró al hombre solo, en una chimenea sentado frente a una estufa de leños. Sin adivinar el propósito de la visita, el hombre le dio la bienvenida al amigo, y lo invitó a sentarse en un gran sillón cerca del fuego y esperó callado. 
El amigo se puso cómodo y también permaneció callado. En un gran silencio observó el fuego de las llamas alrededor de los troncos. Luego de algunos momentos, tomó las pinzas para las brasas, levantó un carbón encendido y lo colocó a un costado. Se sentó en su sillón y continuó en silencio.

El hombre de casa observó todo con fascinación. Después de cierto tiempo, el carbón apartado dejó de quemarse hasta apagarse totalmente. Ni una palabra se había dicho desde el saludo inicial. Justo antes de que el amigo partiera, levantó el carbón solitario, frío y lo volvió a colocar en el medio del fuego; inmediatamente comenzó a resplandecer como el resto de los carbones alrededor.

Cuando el amigo llegó a la puerta para irse, escuchó del dueño de casa decir:
"Muchas gracias por tu visita y especialmente por tu fogoso mensaje; Volveré a congregarme nuevamente.” 

Hagan todo lo posible por vivir en paz, para que no pierdan la unidad que el Espíritu les dio. 
Efesios 4:3 (Versión TLA)