DIA 31=> EL CONSEJO DE JACOBO, HIJO DE ZEBEDEO
(Procura que tus peticiones a Dios sean de beneficio para las demás personas. Viniste al mundo para servir y no para ser servido)
Jesús había tenido mucha consideración conmigo al igual que con Pedro y mi hermano Juan. Nos hacía partícipe de experiencias que los demás discípulos no lo tenían.
Me pidió para acompañarle a visitar la casa de un hombre cuya hija había muerto y vi por primera vez cómo una persona puede resucitar. Eso me llevó a creer en lo que él hablaba cuando nos decía que él iba a morir pero que también iba a resucitar.
Si él podía resucitar a una persona, cómo no iba a poder también vencer a la muerte y resucitar. Gracias a esa experiencia creo que yo le creí más que los demás.
También fui partícipe de presenciar cómo la gloria de Dios estaba sobre él aquella noche cuando se transfiguró delante de nosotros. Fue una noche maravillosa. Mi cuerpo tocaba el mismo cielo y me sentía el hombre más importante de la historia. Creo que Pedro y Juan también sentían lo mismo, porque ellos también estuvieron ahí. Tuvimos el privilegio de ver a Moisés y Elías esa noche.
Con esas experiencias yo me sentía verdaderamente una persona muy importante. Definitivamente yo estaba por encima de los demás. Fue tanta mi confianza que un día, sin pensarlo descubriría lo que realmente había en mi corazón.
Confiado por tanto privilegio que me daba, hasta por hacerme ver su gloria, un día convencí a mi hermano Juan para ir donde él y pedirle que nos concediera el deseo de sentarnos a su derecha y a su izquierda cuando él venga en su gloria. Mis palabras esa mañana fueron así: Maestro, queremos que nos hagas lo que pidiéramos.
Pensé que por haber tenido ciertos privilegios que los demás, también él podía satisfacer mis deseos personales.
Ese día fue el peor de todos mis días.
Además de hacer que los demás se molestaran conmigo lo que origino fue, que desde ese día pensé que que para poder ser el primero y para estar por encima de los demás, lo primero que debía hacer era servirles.
No sabes cuánto me costó pasar por eso. Y más aún porque mis colegas muchas veces actuaban conmigo con enojo y con ira. Me ridiculizaban y se reían de mí. En mi intento de estar en primer lugar, lo que logré era tener que ser un sirviente para ellos.
Me costaba mucho trabajo a partir de entonces aprender a servir. Pero tenía que hacerlo porque mi deseo era estar al lado del maestro cuando él iba a reinar. Pero renegaba y lo hacía sin querer.
Pero un día cuando estábamos sentados sentados a la mesa para cenar, y mientras yo descansaba luego de la caminata que habíamos tenido durante el día, veo al maestro levantarse de su lugar, empieza a tomar agua y un trapo y se acerca donde yo estaba y empieza a lavarme los pies. Yo no entendía porque lo hacía. Sólo pude observar su rostro cuya expresión era de mucha alegría y con amor y eso me dejo sorprendido. No me imaginaba que él podía atreverse hacer eso. No me imaginaba que él podía humillarse de esa manera. Recordé lo que me había dicho aquella ves cuando le pedí que me sentara a su derecha, y ese día llegué a comprender con profundidad cuando el me dijo:
"El que quiera ser el mayor, será siervo de todos. Porque el hijo del hombre no vino a ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos."
Recordé con tanta profundidad sus palabras que me dolió mucho y más tarde sin que lo sepan los demás lloré intensamente. Comprendí que el servicio sólo será servicio cuando yo lo haga sólo con amor . Y que ninguna petición puede ser buena si no sólo aquella que pueda ser en beneficio para los demás.
Cuidado con tener peticiones que te beneficien a ti solamente. Todos ellos son peticiones egoístas. Procura que tus peticiones a Dios sean para el beneficio de los demás. Recuerda que él conoce tus necesidades mucho antes que tu se los pidas y él los suplirá en su debido momento.
Cuida tu corazón y no permitas que hay egoísmo en él. Sabrás que hay egoísmo en él, cuando sólo deseas ser servido y no aprendes a servir con amor a los demás. Recuerda que tú estás llamado a servir y no ha ser servido.
Atte. Jacobo, un humilde servidor
Referencia Bíblica:
San Marcos 10:35-45
San Mateo 17:1-3