Históricamente hoy se recuerda la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Y entre los personajes que no puede pasar desapercibido es el BURRO. Jesús pudo haber elegido un caballo, un hermoso corsel quizás, una jirafa o cualquier otro animal. Pero eligió un BURRO que sólo al mencionarlo denota desprecio. A nadie nos gusta que nos llamen BURRO, ni siquiera aceptaría que sus padres le llamen BURRO.
El burro estaba destinado, como todos los burros, a cargar alimentos, materiales, a su dueño, etc. etc. Nunca pensó que alguna vez iba a llevar en sus hombros al CREADOR DEL UNIVERSO y a su creador.
¿Cómo se habrá sentido el BURRO en ese momento que estuvo llevando a JESÚS y cuando la gente empezaba a tender en el camino mantas, las ramas de los árboles y empezaban a gritar y clamar?
Quizás por un momento pensó que para él era toda esa atención y se sintió tan feliz que pasó caminando erguido como un corsel. Pero luego recuerdo que es tan burro que no creo que haya pensado así.
Lo que sí creo es que por un momento, quizás 10, 20 o 30 minutos el se sintió importante sólo por el hecho de estar llevando sobre sus hombros a alguien MUY IMPORTANTE.
Desafortunadamente Jesús se bajo del burro y el burro volvió a su actividad normal, a su misma labor y quizás sólo le quedo el recuerdo de esos minutos que llevaba a Jesús.
Creo que todos en algún momento de nuestra vida vamos a experimentar a lo que llamo el sentimiento de Burro.
Personalmente alguna vez tuve esos sentimientos.
Un tiempo en que piensas que nadie te tomaría en cuenta, que no serías capaz de conquistar a nadie, que nadie se fijaría en ti, que no tendrás un trabajo o que nunca llegarás a ocupar un cargo importante.
Desde hace años me siento como el burro alegre.
Me siento importante no por lo que soy, sino por quien llevo encima.
Exactamente un 15 de diciembre del 2007 deje que Jesús se suba sobre mis hombros. Luego de ese año lo que pensé que no ocurriría sucedió y lo más EXTRAORDINARIO es que SÉ que esta alegría y mi gozo algún momento puede terminar y será el día que permito que permito que Jesús se baje de mis hombros. Porque sé que separado de él nada puedo SER ni HACER.
Si te encuentras experimentando el sentimiento del burro o alguna vez experimentas ya sabes lo que debes hacer.