5 may 2020

#132 ¿Me amas?, la respuesta ante una declaración de amor (versión 2)


Cuando alguien decide declarar su amor a una persona, previamente tiene muchos planes de cómo hacerlo.
Empieza por imaginarse sobre el lugar donde le confesará: un parque, en la puerta de su casa, en la esquina de su casa, en un karaoke, en el cine, en el colegio o universidad, etc.
Luego piensa en qué decirle y cómo: si lo hará directamente, por medio de una carta, por e-mail, WhatsApp o a través de un amigo (es que a veces los nervios es tanto que se opta por buscar un cupido que lo haga).
También se piensa en el día en que se debe declarar. El día más apropiado, según las estadísticas, es el 14 de febrero, lo cual resulta ser económico a largo plazo si a ello se suma que sea el cumpleaños de la otra persona o el día del matrimonio.
Además se piensa en el obsequio que se va a entregar y así sellar uno de los días importantes. Entre los obsequios que se piensa es en un anillo (para los dos), un collar (para los dos), una rosa o un peluche.

El anillo y el collar son regalos para un compromiso mayor así que se deja de lado. En cuanto a la rosa, aunque es un bonito detalle, pero rápidamente uno se da cuenta que no es de mucha duración y que por circunstancias de la vida desaparece en poco tiempo (más aún cuando son reales). El peluche es lo más común para elegir y mucho más cuando se tiene dudas de la respuesta que va a recibir. El peluche también resulta ser el regalo ideal porque si la respuesta no es favorable, uno se da cuenta que de todas maneras la otra persona lo va a recibir y conservar. Hay quienes lo conservarán diciendo
que se le entregó un amigo, en cambio otros alardearán que fue un admirador de la vida y es seguro que nunca van a ser regalados en las campañas de: dona el peluche de tu ex.
Finalmente, cuando uno le confiesa sus sentimientos a la otra persona - que muchas veces no sale como uno lo había planeado, ni en el lugar, ni en la forma – viene la pregunta del millón o la pregunta final del valor de la verdad, más aún cuando se ve a la otra persona que se quedó sorprendida, no tiene ni una reacción y es cuando uno insiste, y le dice:
Y tú, ¿me amas?
La respuesta puede causar dos efectos: 1) hacer “brincar” el corazón de tanta felicidad al escuchar que SI, o 2) dejarlo triste y roto por la terrible respuesta de escuchar un NO que muchas veces va acompañado del famoso: yo sólo te quiero como amigo, naciendo en ese momento un soldado caído.

Algo semejante sucede con Dios.

Él planeó e hizo muchas cosas para demostrarnos que nos ama. Él hizo todo para llamar nuestra, para conquistarnos. Él nos confiesa su amor cada día en diferentes lugares y de muchas formas. Lo lamentable es que muchas veces, con nuestros actos, le decimos que no. Pero, a pesar de ello, él nos sigue buscando en busca de una respuesta y dándonos una oportunidad.
Cuando Jesús fue en busca de Pedro, luego que Pedro le traicionó, le preguntó, no solo 1 vez, ni tampoco 2, sino le preguntó 3 veces: ¿me amas? (Juan 21:15)
Si hacer la pregunta dos veces resulta ser vergonzoso, hacerlo 3 veces resulta ser trágico, ya que más parece que se está rogando ante la implícita negativa. Pero, Dios lo hizo y sigue diciéndonos cada día. Él está a la espera de recibir una respuesta afirmativa de nosotros y así construir juntos la mejor historia de amor con él. Nunca es tarde para volver a comenzar una historia de amor con él. Él nos dice: No me importa tú pasado, lo que hiciste ni con cuántos haz estado. Me interesa tu presente y tu futuro. 
En este mes del amor y de las citas, no hay que olvidar decirle que nuestra primera cita, de cada día, debe ser con él. Que, cada día, él sea la primera persona con quien hablamos y la primera persona a quien escuchamos, en este mes y siempre. 

Buscarle y todo lo demás, será añadido.
[Mateo 6:33]

Escrito el 13 de febrero del 2020