20 mar 2016

#054 La Historia de Un Sicario



Su madre le había dicho:
- Ese joven no es buen hombre. Algún día te vas arrepentir y me darás la razón.
Pero ella, con tan solo 17 años de edad, decide dejar su casa e irse con quien piensa ser el amor de su vida.
Cree que tiene la capacidad de decidir por sí misma, vivir su vida, asumir sus responsabilidades, con un "amor" tan ciego hasta el extremo de pensar que él no es tan malo después de todo y con la esperanza de que ella algún día podrá cambiarle.
Pero muy pronto comprenderá y pagará el alto precio del desoír materno.

Él era un ladrón desde temprana edad. Pasó más tiempo en las calles y las cárceles, que en la escuela. A decir verdad sólo llegó a tercer grado de primaria y no terminó porque debido a sus malos actos le tuvieron que llevar a un correccional de menores. Luego de ahí jamás volvió a pisar una escuela, excepto, cuando volvía a robar. Él no le teme a nada y con tan solo 18 años tuvo su primer "trabajo": Asesinar a un cambista.
Alguien, con ojos muy certeros pronosticó que él nunca llegaría a ser un hombre de bien y con buenos modales.

Pero los años pasaron. Él ya tendría unos 40 años de edad. Tuvo tres hijos: dos mujeres y un varón.
Éste último nació hace tres meses. Su esposa durante todo ese tiempo, 23 años de edad exactamente, tuvo que soportar desvelos, arrestos, gritos, fríos, insultos, infidelidades y hasta golpizas. Cómo se arrepentía no haber oído los consejos de su madre. Muchas veces quiso abandonarle pero no podía hacerlo. Ella sabia que si le abandonaba él sería capaz de buscarle, matarle y matar a sus hijos. Las amenazas hacia ella eran el pan de cada día en su "hogar".
Durante muchos años tuvo que pagar el alto precio de la desobediencia y el desoír materno. Alguien le mencionó que si tiene un hijo varón, él cambiaría.
 - Los hombres tienden a cambiar con los hijos varones, le dijeron.
Con esa esperanza ella volvió a embarazarse y dió a luz. Pero nada cambio. 

Pasaron tres meses desde que su hijo nació. El teléfono sonó, ella contestó, y del otro lado un amigo le informaba que atraparon a su esposo mientras robaba un banco. Ella pensó en voz alta: Vaya, que mala noticia, en forma de ironía.
La verdad es que ella ya estaba acostumbrada a esas llamadas. Durante los 23 años que "vivía" con él, ha escuchado cientos de veces esas noticias. Pero su esposo luego de ser capturado no duraba más de 12 horas en los calabozos y luego, por ciertas relaciones que tenía con los altos mandos de la policía y los jueves, volvía a estar en las calles.
Pero su interlocutor le informaba que estaba vez no sería así.

En ese momento el país se encontraba en un periodo electoral. El candidato del partido oficialista no le iba muy bien en las encuestas y tenían que hacer algo rápido o sus ambiciones de poder terminarían en las próximas elecciones. La población demandaba seguridad. Es así que el caballito de batalla para todos los candidatos era garantizar la seguridad.
Es entonces cuando ordenan capturar al más temible de los ladrones y asesinos. A quien la población teme. Al quien carga en su haber miles de muertes y asaltos.
- Si capturamos al quien causa el terror en la ciudad entonces la población seguirá dándonos la confianza, piensan en el oficialismo.

Es así que deciden capturarlo. Esa mañana sabían dónde iba a estar. Curiosamente existe un tipo de relación entre la mafia y las fuerzas policiales. Ambos se conocen muy bien. Unos hacen el “trabajo”, y los otros se hacen la vista ciega por una “comisión”.
Días antes planearon, en conjunto, la hora, el día y el lugar donde iban hacer el atraco. Es así que lo capturan.
El se sorprende porque eso no estaba en los acuerdos.
Pero cuando la sed por el poder llega a sus límites, nadie respeta los acuerdos, aún cuando esto se haya hecho con el sicario más peligroso.

Mientras le llevan al calabozo alguien le dice que hasta ahí llegó. Que hay planes de que le quiten la vida. Con tantas muertes en su haber, no tendría un juicio justo, y que todo está preparado para darle la sentencia de muerte.
- A menos que… a menos que ocurra algo milagroso, dice el desconocido en forma de ironía.

El no lo comprende. Y si en algún momento pensaba que todo era una broma, pues al escuchar al desconocido la broma desaparece. No le queda duda de que efectivamente iba a morir.
La seguridad que le pusieron es innegociable. Le enmarrocaron las manos, le cubrieron la boca, los ojos y le encerraron en una celda.
En pocos días únicamente saldría de ahí con dirección a la muerte.  

Dicen que el ser humano realmente entra a una profunda reflexión sobre su vida, en el momento que sabe que su vida está en peligro y está pronto a morir. Y tal parece que es una verdad eterna. Mientras estaba en el calabozo se recordó de sus hijos: De los cumpleaños que no celebro con ellos, las veces que no fue cuando estaban en el hospital, de las noches que no estaba en casa y no les veía dormir, de las veces que se negó llevarles a la escuela, de no haber ido al parque o al cine. Vaya que en ese momento se recordaba de todo lo que pudo haber disfrutado a sus hijos pero por su mala vida y sus ambiciones personales ya no puede ser. Y en su momento de reflexión no podía faltar la imagen de ella: su esposa, conviviente o simplemente la madre de sus hijos. Todo lo que pudo haber disfrutado con ella. Todo lo que pudo haber hecho con ella en recompensa de lo que ella hizo. Ella quien en un acto de rebeldía dejo su hogar a tan corta edad y le prefirió a él antes que a sus padres. A quien en vez de regalarle flores y chocolate le daba gritos, insultos y golpes. Al mismo tiempo que recordaba y se imaginaba también estaba seguro que ya nada le salvaría.
Tiene muchos actos malos. Era el más temible y detestable por el pueblo. El más repudiable. Todo el pueblo deseaba que se fuera a otro país o que alguien lo mate. Y tal parece que lo segundo estaba más cerca que el primero.  A menos que... a menos que aparezca alguien mucho más detestable que él. Un violador. Un depravado. Un monstruo. Alguien que sea más detestable que él. Pero lastimosamente él sabía que nadie más detestable que él existía.

Los barrotes de su celda sonaron. El guardia pidió que le paren y le saquen de la celda. Le quitan las vendas de los ojos y nota que el guardia está enojado.
- No comprendo a este país, dice el guardia.
Lo que había ocurrido era que en el pueblo celebraba un día festivo y por tradición se daba libertad a un preso. El gobernante daría libertad a un preso que el pueblo pida.
Él se había olvidado por completo de esas celebraciones. Pero le daba igual. El pueblo le detestaba tanto que no tenía una mínima esperanza de que le elegirían a él. El guardia continuo:
- El maldito pueblo ha votado por hacerte libre y en tu lugar será asesinado otro hombre.

El no puede creer lo que estaba oyendo.
¿Que el pueblo le eligió a él y le están dando su libertad?. Definitivamente algo no está bien en el país, piensa.
Oh el pueblo enloqueció o es que hay alguien que ha sembrado más odio que él en el pueblo.
El pone su firma en el libro de salidas del calabozo y empieza a respirar el aire de la libertad.

En la calle le esperan decenas de personas de las cadenas de televisión más importantes, tanto nacionales y extranjeros. Las cámaras se encienden y los flashes de las cámaras fotográficos son disparados de todos lados. Todos quieren tener la primicia.  Todos quieren tener alguna declaración del sicario. Alguna palabra. Entonces se acerca a un microfono y en vez de responder, sólo pregunta y quiere saber:
¿Quién es el monstruo que será asesinado en su lugar?. Al menos, quiere saber, el nombre del hombre que le ganó en las elecciones de la muerte.

Jesús de Nazaret, le grita un reportero de la prensa “independiente”.
- La gente te eligió a ti antes que a Jesús.
El hombre queda admirado. Camina entre los periodistas asombrado con muchas preguntas y sin nadie que le dé una respuesta.
Está libre, pero por alguna razón, no se siente feliz.

Mientras camina y se encuentra frente a la multitud logra ver de reojo a Jesús.
Esta con el cuerpo ensangrentado y golpeado pero curiosamente ve en sus ojos tranquilidad y gozo.
Esa mirada de aquellos que saben que están pronto a ganar un premio o una victoria.
El no lo entiende. No lo comprende. El en su lugar estaría desesperado.
Pero encuentra en su mirada una inmensa paz que le dice:
Tranquilo. Todo estará bien. Vete. Hay una familia que te espera.
Vive una vida digna, que valga la pena.  

¿Por qué Jesús cargó con tanto odio?
¿Por qué le reemplazó, le otorgó la libertad e indirectamente le dio una nueva oportunidad?
Curiosamente miles de años después millones de hombres también experimentarán y se preguntarán porque Jesús se dedica a cargar con odios ajenos. Reemplaza a sicarios, ladrones, violadores y les otorga una nueva oportunidad. Injustamente otorga la vida eterna a quienes deberían merecer la muerte.
Es una incógnita divina.
Es simplemente el verdadero amor.
El primero en preguntarse fue Barrabás, el pionero a quien Jesús le "salvó la vida" y le dio una nueva oportunidad.

Hay quienes dicen que Barrabás cambio su vida. Me gusta pensar que fue así.
Que regresó a casa y si bien no pudo recobrar el tiempo perdido pero fue un hombre de bien, llenó de alegría a sus hijos, amo a su mujer, le dio días felices y lo mejor es que nunca dejó de hablar de aquél que le salvó la vida; y que finalmente murió lleno de años rodeado de toda su familia. Con la seguridad y el gozo de encontrarse con quien le cambió la vida con tan solo una mirada, tomó su lugar y le dio una nueva oportunidad.

Él es Jesús, quien toma nuestros delitos, nos reemplazó, entregó su vida por nosotros, nos da una nueva oportunidad ante los errores y nos otorga la vida eterna.