DIA 32=> EL CONSEJO DE JUAN
(Tienes la obligación de hacer la voluntad de Dios, pero también eres responsable de cuidar de aquellos que la hacen)
Tengo la fama de ser el discípulo amado.
La verdad es que el título además de ser un gran alago, también encierra una gran responsabilidad.
Me considero el discípulo amado puesto que el señor Jesús siempre me permitió estar a su lado. Pero también de mi parte siempre busqué estar a su lado. La verdad es que gustaba mucho escucharle hablar, saber lo que piensa y siente. De mi parte quise estar a su lado siempre y eso fue lo que me llevó a acompañar a mi hermano Jacobo para pedirle que cuando esté en su gloria nosotros también pudiéramos estar junto a él, cada uno a su lado. Ahí el nos dijo que cualquiera que quiera ser grande, debe saber que siempre lo va ser cada vez que sirva a los demás. El que sirve con amor a los demás ya es un grande en el reino de los cielos.
Fueron tan hermosas sus palabras que tanto mi hermano Jacobo como yo, a partir de entonces sólo nos preocupábamos en servir, porque sabíamos que al hacerlo ya éramos grandes.
Pero yo no quiero enseñarte lo mismo que mi hermano Jacobo. Sólo quería darte a conocer, desde mi perspectiva, las palabras que nos había dicho el señor Jesús.
El consejo que yo quería darte era en relación a la gran responsabilidad que yo he recibido. Si bien a mí también se me encomendó a hacer discípulos y anunciar el reino de los cielos para que las personas se arrepientan y sean salvas; pero además de ello a mí se me encomendó que cuidara de su madre(maría). El señor Jesús, minutos antes de su muerte le dijo a su madre: Madre, he ahí tu hijo, y a mí me dijo: Hijo, he ahí tu madre.
Estaba sorprendido por el encargo que me daba. Sabia que desde ese entonces tenía que cuidar a su madre hasta que ella muriera o hasta que yo dejara de existir. Me sorprendió que me hiciera ese tipo de encargos, Pero no podía rechazarlo. Vi en sus ojos el inmenso amor que tenía por su madre, que no quería que nada le faltara y que estuviera al lado de alguien que le podía cuidar y proteger. Comprendí que si el me hace hizo ese tipo de encargos es porque considera que yo voy a ser una persona que cumple con esos requisitos y que va amarla de la misma manera que él. Por eso me considero el discípulo amado, puesto que a mí me dio y reveló otra responsabilidad que a ningún otro discípulo le dio: Cuidar a su Madre. Desde ese entonces la recibí en mi casa y la he cuidado mucho mientras pude estar con ella.
Es por eso que este día quiero trasladarte el mismo encargo.
¿Estás dispuesto a cuidar a su madre?
Recuerda que Jesús dijo alguna vez. Todo aquél que hace la voluntad de mi padre, ese es mi madre y mis hermanos.
El consejo que hoy quiero darte es: Además de cumplir con tus deberes dadas por Dios, otra responsabilidad que tienes es de cuidar de aquellos que también hacen la voluntad de Dios. Hay muchos como tú que también desean cumplir con la voluntad de Dios y tratan de hacerlo, pero lastimosamente muchas veces tienen piedras en el camino e impedimentos para hacerlo.
Muchas veces en el pueblo de Dios surge la fiebre del fariseo: Aquellos que aparentando tener un “celo santo” cierran sus ojos y sus oídos para poder escuchar lo que Dios también puede decir a través de otros y piensan que su organización, su familia o ellos mismos sólo tienen la única verdad. No hay cosa más dañina para el pueblo de Dios que exista críticas entre aquellos que dicen conocer a Dios y hablar de Dios. Esas críticas son las que perjudican a la obra del señor e impiden que la voluntad de Dios se haga a través de otros.
No permitas ser parte de ello. Evita criticar y juzgar a otros, sin antes conocer a la persona verdaderamente.
Escucha sin juzgar, habla sin ofender y observa sin despreciar...Tres valores que te harán ser justo con los demás.
Recuerda que tienes la obligación de hacer la voluntad de Dios, pero también eres responsable de cuidar de aquellos que la hacen.
Atte. Juan, el discípulo amado.
Referencia Bíblica:
San Juan 19: 26 - 27