Hoy en día hay ciertas instrucciones para actuar bien. Instrucciones de cómo comportarse cuando estás en una reunión, cómo caminar, cómo debes sentarte, cómo comportarse cuando vas a comer, y creo que hasta cómo comportarte para dormir. A todo ello se le llama etiqueta social. Son instrucciones o sugerencias para que te ves bien en tu forma de actuar.
En alguna ocasión me dijeron que cuando estas comiendo y te dicen PROVECHO, se debe responder, SERVIDO. Es una buena costumbre que hoy en día muy pocas personas lo practica y en mi caso no lo uso ya que le considero que no es una respuesta que rima y sobre todo apropiado. Por eso a quienes me dicen PROVECHO, cuando estoy comiendo, solo les digo GRACIAS o MUCHAS GRACIAS.
En el ámbito cristiano o espiritual también hay algunas actitudes, o mejor dicho, cierta forma de hablar, que debemos prestar atención para sintonizar con nuestra conducta espiritual, sobre todo al momento de hablar ciertos términos cristianos.
Debemos saber por ejemplo que desde la antigüedad había ciertos términos que hoy en día lo utilizamos y que tienen un gran significado.
Términos como:
Shalom : La paz sea contigo
Hosanna : Sálvanos
Aleluya : Alabar a Jehová - Alabad a Jehová - Alabad a Dios.
Amen : Así es.
De todos ellos quiero tratar sobre el AMEN. El AMEN por lo general se utiliza indebidamente. Muchas veces por ejemplo se responde con un AMEN las siguientes interrogantes.
- ¿Cómo están?, AMEN
- ¿Ya encontraron el versículo?, AMEN
- ¿Están feliz?, AMEN
- ¿Quieren alabar a Dios?, AMEN.
- ¿Quieren seguir cantando?, AMEN
- ¿Quieren escuchar la palabra de Dios?, AMEN
- ¿Ya tienen sueño?, AMEN
El amen está tan manoseado que ya solo se utiliza para afirmar algo y no para creer que sucedará algo.
En todas las oraciones que el apóstol Pablo hacía, por ejemplo, decía. AMEN.
Amen porque creía que lo que había pedido va a cumplirse y así iba a suceder.
Así que si vas a una iglesia procura utilizar las palabras apropiadamente, no tanto para que te veas bien, sino para que suceda lo que realmente crees.
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