Hoy en día ante tanta corrupción muchas personas evangélicas tienen la imperiosa necesidad de querer llegar a ser la autoridad o el gobernante de un distrito, provincia, región o nación.
Desde la antigüedad Dios ha utilizado dos grupos de personas para realizar lo que él deseaba. El primer grupo eran los levitas, que en realidad era el único grupo, que se dedicaba al cuidado del templo de Dios. También eran quienes se comunicaban cara a cara con Dios. El otro grupo, en el cuál estaban muchas tribus, estaban los reyes, son aquellos que luchaban contra el enemigo y conquistaban otras tierras. Los reyes hacían lo que Dios quería, y que los levitas le comunicaban.
En nuestros días pienso que los pastores o líderes de las iglesias representan a los levitas. Pastores y líderes que se dedican a tiempo completo, con un mínimo de 8 horas diarias, a la obra de Dios. Luego los demás miembros de la congregación representan a los reyes. Claro está que con esta separación no estoy diciendo que los miembros de la congregación no tienen comunicación con Dios.
Ya el apóstol Pedro dijo que gracias a Jesucristo, todos los cristianos, son considerados sacerdotes, es decir levitas. En tal sentido también tienen una comunicación directa con Dios.
Haciendo esa aclaración debo decir que en la actualidad los pastores no deberían intentar ni siquiera pensar en ser un gobernante, ya que estarían dejando de lado un trabajo que Dios les ha encomendado. Su principal trabajo es de expandir el reino de Dios, y si dejan esa labor lo estarían menospreciando. Es como si dejaran a la esposa, por irse con la amante.
La labor que ellos tienen es de gran honor y no deberían dejarlo por ningún motivo. Ni aún cuando tienen las buenas intenciones. Jesús, a pesar que la gente quiso que sea el libertador no fue movido por ese lado sino que cumplió con lo que Dios le había encargado.
Hay muchas cosas que hacer en las iglesias y creo que nunca se terminaría.
Lo que si pienso es que ellos sí podrían "apoyar" a algún miembro de su congregación para que pueda animarse en algún momento a ser gobernador, claro que siempre y cuando Dios así les indica.
Pero hasta ahora pienso que el cristiano que quiere ser gobernador tendría que haber desarrollado muy bien el don espiritual que tiene dentro de la iglesia, siendo de mucha edificación en la iglesia y luego que Dios verdaderamente le lleve a ser un gobernante debería aceptar.
Muchas veces tomamos ejemplos en la biblia de personas que fueron gobernantes y en base a ello muchos improvisados, inmaduros espirituales, se animan a postular y luego que son elegidos, en vez de ser de bendición llegan a ser de tropiezo para otros.
Pero quienes utilizan la biblia y la vida de algunas personas como modelo para ser un gobernante hay que tener en claro que muchos de ellos no quisieron ser gobernantes o reyes. Solo que fueron elegidos por Dios. Sólo para mencionar los dos casos más conocidos:David fue Rey por voluntad de Dios, él nunca se entrenó para ser rey. No soñó ni se imaginó ser rey.
José tampoco pensó, deseo o quiso ser Rey. Dios ocasionó para que sea un gobernador.
Por otro lado que un cristiano anhele ser gobernador, con tanta corrupción, difícilmente va poder proceder para bien. Ahora que sabemos cómo se mueve las gestiones y que las coimas es el medio de intercambio para ello, sería difícil realizar una buena gestión y en vez de dar la gloria a Dios va a ser de burla y de mal testimonio.
Ha muchos cristianos que desean cambiar la sociedad, pero hay que tener en claro que la sociedad irá de mal en peor; está escrito. Hay que entender que la lucha del cristiano no es carnal, sino espiritual. La sociedad no cambiará con normas y leyes.
Hay tantas cosas que mejorar en las iglesias que sería un error querer mejorar la sociedad sabiendo que la sociedad siempre va a buscar lo que desea, sus pasiones, y no buscará lo que Dios quiere.
En conclusión y para finalizar pienso que un cristiano si podría ser un gobernante cuando:
- Aya desarrollado sus dones espirituales muy bien en la iglesia y haya sido de mucha edificación.
- Llega a ser un gobernante por Dios y no le mueve sus propios deseos ni sus medios. (Que no le mueva el querer ser reconocido, ni ganar más dinero)
Me gusta la respuesta de un pastor cuando le preguntaron en su país si podría ser el presidente. El pastor había adquirido tanta popularidad y fama en todo el País que respondió así:
Qué? ¿Qué? ¿Ser presidente?
Discúlpame pero yo tengo un mejor cargo ahorita y es el de expandir el reino de Dios en la tierra.
Y hasta ahora él pastor no es presidente de su país, aún cuando tiene todas las de ganar.
Como cristianos hay que tener bien en claro lo que somos y para qué estamos en la tierra.
No olvidemos las palabras del apóstol Pablo:
Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.
2 Timoteo 2:4